Sunday, April 19, 2009


El Movimiento de la Memoria
(Primera entrega)

Por Jeremy Treglown
(Fuente: revista literaria GRANTA numero 105, Spring 2009)

Décadas después del final de la Guerra Civil Española, sus victimas se encuentran en el corazón de una intensa batalla


Ignacio Ruiz Vara es un guardia de seguridad en Málaga. El creció ahí al igual que su padre y su abuelo. En estos días hay gran oferta de puestos de trabajo en ese rubro, especialmente luego del abandono de los proyectos habitacionales, “hasta que la economía repunte nuevamente”. Pero las responsabilidades propias de su trabajo se vieron transformadas cuando hace dos años Ignacio se ofreció como voluntario para hacerse cargo de la seguridad del cementerio de San Rafael, una extensión de dieciséis acres, ubicado en el lado oeste de ciudad. Este era un lugar a donde originalmente los pobres de Málaga, los humildes, eran sepultados al morir. Se encuentra ubicado a una buena distancia de donde esta el casco antiguo de la ciudad, en medio de tierras, que tiempo atrás, estaban dedicadas al cultivo de camotes. Hoy en día esta área –que se encuentra en el camino al inmenso aeropuerto turístico que existe en la zona- es en parte una zona industrial y en parte, de complejos habitacionales. Hubo un tiempo en que existía ahí una pequeña capilla con unas farolas, pero fue demolida para ampliar la carretera. También, gran tramo de las paredes del cementerio se vinieron abajo con el paso del tiempo y han sido reemplazadas con una cerca temporal. Una caseta de control original aun subsiste y es ahí donde el guardia de seguridad tiene su base. Las puertas del cementerio se han mantenido cerradas.

La razón por la que Ignacio se ofreció de voluntario y la razón por la que el cementerio tiene un guardia de seguridad, es la de que entre sus muertos se encuentran por lo menos 4000 personas –la mayoría hombres pero también mujeres y niños- que fueron ejecutados sin juicio previo entre 1936 y 1955: los periodos de la Guerra Civil Española y de la larga y terrible primera fase de la dictadura del general Francisco Franco. Casi todos se encuentran en “fosas comunes”, tumbas masivas

De pronto como que toda España se haya buscando a sus desaparecidos. Y es que se encuentran en todas partes –en todas las regiones, y en todo tipo de terreno-. Familias que se mantuvieron en silencio durante décadas se ven de pronto urgidas, exigidas sobre todo por los nietos de las victimas y en forma continua, para que hablen sobre lo que o sospechan, o saben, o vieron. Hasta el gobierno se lo esta pidiendo. Amparados en la nueva Ley de la Memoria Histórica, aprobada en octubre del año 2007; cualquier persona que produzca evidencia razonable sobre la existencia de fosas comunes, tiene derecho a la ayuda de los gobiernos regionales, para los trabajos de excavación. El mapa de estas supuestas ubicaciones, entre el País Vasco y Andalucía, Castilla-León y Valencia, hace que toda la península Ibérica se vea como si se podría ver el rostro de un niño con varicela.

Solo en lo que respecta a Málaga, nadie sabe a ciencia cierta cuanto tiempo demandara este trabajo, o cuantas fosas -sin contar a sus esqueletos- aun quedan por encontrar. El trabajo de ubicación y develamiento se viene realizando de manera muy sistemática, bajo la dirección del arqueólogo veterano, Sebastian Fernández. El proyecto –de naturaleza local, pero conectado a un programa nacional- es financiado de manera conjunta por la ciudad, la provincia de Andalucía y la Universidad de Málaga, de donde Fernández es jefe de la facultad de Humanidades. Al abrir cada tumba sus contenidos son limpiados, medidos, fotografiados y guardados en cajas separadas para el testeo del DNA. Una vez que la exhumación de todos los cadáveres finalice toda el área se convertirá en un parque. Y en medio de este parque se erigirá un Memorial que consignara los nombres de todos aquellos que puedan ser nombrados.

Uno de los esqueletos del cementerio de Málaga pertenece al abuelo paterno de Ignacio, Diego Ruiz Schacht, aunque Ignacio no sabe si se encuentra entre los que fueron desenterrados, el dice que no es supersticioso y no cree que el espíritu de su abuelo Diego este penando en el lugar o en cualquier otro, en los hechos, pero se siente orgulloso de su abuelo y me muestra su fotografía que lleva guardada en su billetera. Diego era un miembro pro-demócrata de la Guardia Civil, y era conocido en aquellos tiempos –cuenta Ignacio- por su lucha contra la corrupción. Y como otros republicanos de la policía fue detenido y asesinado a inicios de la Guerra Civil.

Para el tiempo en que Diego murió, su familia ya había presenciado muchos cambios. La dictadura militar que llego al poder en España en 1923, colapsaría siete años después y el Rey abdicaría. En 1931 un gobierno democráticamente electo fue instalado en el poder. El primero en toda la historia de España. Este gobierno fue comandado por una alianza de las clases trabajadoras e intelectuales liberales pero se debilito debido a divisiones internas, por la aparente imposibilidad de resolver las dificultades económicas del país, y por el extremismo de ciertos sectores de la izquierda, lo que origino una respuesta equivalente en los sectores de la derecha. La Falange –el partido fascista de España- se fundaría inmediatamente después de estos hechos. En julio de 1936, Francisco Franco, un soldado de carrera que se hizo prominente en la lucha del ejercito por mantener “española” a Marruecos, comando una especie de invasión colonial en reversa, en contra del territorio español. Tenia el apoyo del mayoritario y desproporcionado numero de oficiales del ejercito de España; de la mayoría de las clases medias y altas del país y de prácticamente todos los aun poderosos, obispos de la iglesia. Mientras que Gran Bretaña y Francia discutían si apoyar o no al gobierno democráticamente electo, el golpe gano inmediato apoyo –incluyendo tropas y armas- de Hitler y Mussolini. Y aunque se le considera como un preámbulo de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española es mejor entendida como su primer acto.

Los soldados de Franco eran una mezcla de duros legionarios españoles y mercenarios del norte de África y, en la región de Málaga, el ejército fue rápidamente reforzado no solo por las tropas rebeldes de tierra, sino además por la columna motorizada de tanques ligeros de la Italia fascista. El puerto fue bombardeado por aire, bloqueado por mar e invadido desde tierra. La matanza de los civiles que huían horrorizo a los más duros observadores y a escritores como Arthur Koestler y Franz Borkenau, entre otros. En las postrimerías de la toma del puerto, los rebeldes desarrollaron una extensa purga entre los simpatizantes claves de la Republica; purga que continuo en los años 40’s al mando del notorio procurador local Carlos Arias Navarro alias “el carnicero de Málaga”. El turno de Diego llego en marzo de 1937 cuando fue detenido y sacado en vilo de su casa, ubicada en la zona céntrica de la ciudad.

La escena fue reiteradamente descrita al joven Ignacio por su abuela que vivió 99 años y también por un amigo de su padre que estaba en la misma compañía de la Guardia Civil que este. Es generalmente contado que las victimas eran ejecutadas por fusilamiento contra las paredes del cementerio y a la luz de las farolas de la capilla. Ignacio recuerda y opta por una imagen pragmática: “El lugar es muy extenso. Se hace largo y pesado el camino para cargar a los muertos. Creo que la mayoría fue ejecutada a un lado y dentro de las fosas.”

Salud Alberto Zarzuela, Catalina Alcaraz, Cristina Carrillo Franco, Teresa Castro Ramirez, Ana Fernández Ramírez, Isabel Gómez, su hermana Josefa Gómez y su sobrina Lolita Gómez, Teresa Menacho, María Nogales Castro, Antonia Pérez Vega, María Rincón Barea y su hermana Jerónima Rincón Barea, Isabel Román Montes, Natividad Vílchez

Estos son los nombres de quince mujeres no mayores de treinta años, cuyos restos mortales –conjuntamente a los de un joven de no mas de veinte años, que se dice entre los locales que fue forzado a cavar la tumba-, fueron encontrados el verano pasado entre los árboles de alcornoque de las plantaciones de Grazalema, un lugar de espectacular belleza natural al oeste de Ronda. Estas mujeres no estuvieron involucradas en política, salvo que se tenga en cuenta la posibilidad de que una de ellas estuviera comprometida con algún republicano. Cuatro de ellas estaban embarazadas con más de seis meses de gestación. Aun no ha sido establecida la forma de su muerte. No se encontraron balas y como cualquier otra historia atroz de la región, estas mujeres probablemente fueron violadas, torturadas y luego enterradas vivas, si alguna de ellas pudiera haber sobrevivido tanto tiempo. En muchos de estos casos el castigo fue el principal motivo: los hombres leales al gobierno republicano, integraban una guerrilla efectiva en contra de las fuerzas rebeldes de la zona.

El otro motivo común de capturar mujeres, era para usarlas como rehenes y de esta manera persuadir o inducir a los parientes republicanos que estaban escondidos, a que se entreguen. Y si esto dio resultado o no, otros impulsos con frecuencia aparecían. Pero el nacionalismo –como el mismo Franco denomino a su movimiento para la furia de los patriotas en el otro bando- fue intrínsecamente brutal y estrechamente vinculado, como lo fue al fascismo y fundado por el resultado de décadas de lucha imperial en Marruecos y antes de esto bajo las nociones de purificación o limpieza racial e ideológica, que se remonta atrás en la historia hasta los tiempos de la inquisición y la expulsión de judíos y musulmanes de España.

Historiadores españoles han demostrado recientemente que algunos partidarios de Franco consideraban el socialismo como una forma hereditaria de degeneración biológica. Y bajo esta base se argumento que los rebeldes declararon tener como meta el exterminio del enemigo, incluyendo a sus mujeres y a sus hijos, constituyendo esta opción una vía genocida. La tendencia general es por supuesto, la amenaza de exterminio de la otra parte –es una buena forma de persuadir a la gente a rendirse-, pero uno no tiene que aceptar la teoría genocida para estar en condiciones de imaginar los efectos que tenían las transmisiones radiales nocturnas emitidas y dirigidas por el General Gonzáles Queipo del Llano, principal propagandista rebelde; hacia los jóvenes armados susceptibles de ser convencidos. Las amenazas del General Queipo contra el enemigo originaron ese galimatías nihilista del Falangismo con su grito de guerra: ¡Viva la muerte!

Así ya estén muertos, los matare nuevamente” Era el rugido famoso de Queipo, y –en frase que para algunos sobrevivientes es de un desafortunado, y si cabe, fortuito colorido a los eventos del presente- “Así se escondan debajo de la tierra, yo los desenterrare a todos”. Queipo demandaba a sus tropas a violar a las mujeres republicanas y para ello les estimulaba con historias de sadismo sexual, “hazañas” ya realizadas por sus compañeros de armas. “Tus mujeres darán a luz fascistas” era una pieza de graffiti común en las paredes de los pueblos y villas republicanas, que los rebeldes conquistaban.

Hubo lugares donde el trabajo de los ejecutores fue realizado con una mayor calma organizacional. En las tumbas que yo observe excavar en Málaga, la mayoría de los esqueletos yacían rectos, juntos unos de otros, lado a lado, de cabeza a pies, muchos con sus brazos atados. En este escenario particular existen, tal como me lo detallo uno de los excavadores, “tres plantas”, es decir tres niveles. Nosotros estamos parados en la planta de arriba, pero esta viene “empujada” por el nivel inferior en donde la cúpula puede ser una frente o una rodilla. Hay que pisar con cuidado.

Hasta en este lugar, sin embargo, las filas ordenadas son ocasionalmente interrumpidas por signos de cólera, exasperación, venganza: cuerpos en ángulo, brazos tirados sobre la cabeza, una pelvis con una bala alojada en la ingle. Donde quiera alrededor, podemos estar seguros de cómo la muerte de estas personas involucra el miedo más terrible. Federico García-Lorca, el poeta y dramaturgo, fue un caso tal. (Continuara...)

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